FLAVIA:AL DESNUDO SEGUNDA PARTE

Así como se dice que todos los caminos conducen a Roma, todas las charlas con Flavia inevitablemente en algún punto se relacionan con el trabajo, ya sea del hogar o profesional. Aunque es posible imaginar que la vida de la actriz está llena de lujos y comodidades, no es una mujer que espera sentada a que otro haga las cosas por ella por miedo a que se le rompa una uña. Todo lo contrario. Ella es quien hace las compras, limpia, cocina y cuida de las cuatro mascotas (dos gatos –macho y hembra-, una perra y una tortuga de agua) que viven con ella y sus hijos en la casa de Barrio Parque.

Como mucha gente de clase media alta, tiene una persona que la ayuda con las tareas domésticas pero no es con cama adentro ni tampoco va todos los días. “Yo me ocupo de que la casa esté en orden. Hace años que vivo sin un hombre y no queda otra que aprender a hacer algunas cosas, me doy maña para todo”, dice orgullosa.

En el plano profesional la situación parece cada vez más difícil y cuando llega el momento de hablar del tema se la nota preocupada. Su última aparición televisiva fue hace ocho meses, cuando era una de las participantes del reality show de Marcelo Tinelli, "Bailando por un sueño”. Desde ese entonces, las ofertas no llegan y los proyectos que parecen ser viables para concretarse, terminan cayéndose por uno u otro motivo. “Yo pertenezco a la época en la que la televisión era un trabajo que te gustaba pero también ganabas plata. Antes tenías que ser exitosa, linda, carismática e inteligente para ganarte un lugar. Ahora parece que todo es mucho más fácil, hay gente que trabaja gratis, sólo por ego, y eso complica mucho las cosas”. La actriz recuerda cuando su madre le decía que con esta profesión se iba a “morir de hambre” y agradece haber empezado su trabajo años atrás, cuando no se buscaba llamar la atención a cualquier precio. “El tema del escándalo no es para mí. No me quiero mandar la parte, pero creo que uno nace así o no. Yo no soy de esa forma y por eso ahora estoy complicada

Flavia ya está peinada y las raíces que antes parecían grotescas ahora se entremezclan con el resto del pelo y parecen completamente naturales. La hora pasa y ya son las 6 de la tarde, hora en que debe empezar la inauguración de la tienda. Es el momento de cambiarse y la actriz no duda en hacerlo frente a todos. Lo que sigue a continuación es una escena que muchos desearían presenciar: el chupín azul cae al suelo y una tanga roja calada se asoma dejando en evidencia una cola que lejos de necesitar photoshop, muchas envidian y otros tantos desean. “Siempre lista para la guerra”, bromea Soledad Ainesa al ver la ropa interior de la actriz. “Llevo algunas batallas ganadas pero muchas más perdidas”, dice humildemente y se ríe. Rápidamente, se pone unas medias de lycra negras que no le gustan pero que acepta usar porque todas las tienen y cree que puede parecer que se olvidaron de dárselas. A continuación se saca la remera negra junto con el corpiño mientras tapa su delantera con el brazo derecho por apenas unos segundos, ya que luego queda al descubierto cuando le acercan la prenda que tiene que lucir. Flavia no muestra timidez y sigue hablando normalmente.

El vestido es íntegramente negro con los brazos y la falda calados y las botas, del mismo color, con un taco muy fino de tres centímetros, no son de su talla y le molestan para caminar. De todas formas, al no haber disponible un par que le calce mejor, intenta adaptarse a ellas lo mejor posible. Más allá de eso, se muestra conforme con su atuendo y me pide que le saque algunas fotos con su cámara digital de primera línea.

Se hace tarde y el show debe comenzar. Me dice que la llame para combinar un nuevo encuentro y me agradece por haber ido. Fueron dos horas intensas en las que pude darme cuenta de que el personaje divertido y agradable que conocí a través de los medios tiene mucho que ver con lo que FLAVIA PALMIERO es en realidad.

Unos días después vuelvo a comunicarme con ella y amablemente me da a elegir el día y horario aproximado de nuestro próximo encuentro. La cita es en el Club Vilas a las tres de la tarde. Muy puntual, me espera sentada en una de las mesas que da a la terraza del restaurante. Hace frío afuera y la ropa que lleva es acorde al clima. Jean azul oscuro, remera de manga larga, campera y chaleco gris y las mismas botas que usaba días atrás. La luz natural que ingresa por la ventana permite que me dé cuenta de que incluso sin una gota de maquillaje y con las imperfecciones propias de una señora de las cuatro décadas, conserva su cutis a la perfección.

Aunque el horario de almuerzo ya pasó y ella es bastante estructurada con las comidas, hoy se le hizo tarde y todavía no tuvo tiempo de sentarse tranquila a comer. Pide un plato de sorrentinos con salsa parissiene y mientras espera, picotea unas tostadas con queso. ¿Cómo haces para mantenerte tan bien físicamente?, le pregunto. “Nunca tuve problemas con la comida porque siempre tuve tendencia a adelgazar. Con lo único que me tengo que cuidar es con el alcohol que sí me hace engordar”. Aunque sea algo que le gusta, sólo se permite tomar dos copas de vino si tiene una cena con amigas o alguna que otra caipirinha que le prepara su hijo Gianfranco: “No me quiere decir como se hace y se esconde cuando la prepara, pero le sale riquísima”.

Además de no tener que seguir una dieta estricta, Flavia que después de haber dado a luz por primera vez llegó a pesar 39 kilos, tampoco es de las que “se matan” en el gimnasio. Tres veces por semana realiza una hora de ejercicios, en la que combina treinta minutos de caminata en cinta eléctrica, quince de pesas para corregir la postura y tonificar los brazos y otros quince de abdominales. Hoy, a días de cumplir 44 años se muestra linda y segura de sí misma, y aunque está convencida de que es una persona que genera tanto amor como odio, no tiene miedo a mostrarse tal cual es. “No sé porque me odian porque hay gente que realmente no me conoce y sólo saben lo que dicen las revistas. Hay que saber diferenciar porque en este medio no somos todos iguales”.

Flavia remarca con insistencia que actualmente hay mucha gente que sólo trabaja por vanidad y que a veces, tanto el público como los periodistas, “meten a todos en la misma bolsa”. Sin embargo, reconoce que a excepción de algunas personas que creen que ella es competencia cuando en realidad está “fuera de circuito”, nunca tuvo problemas con nadie y que la nueva generación de vedettes le tiene mucho respeto y aprecio porque la gran mayoría dio sus primeros pasos en el mundo del espectáculo en alguno de sus programas (“La Ola Verde” o “La Ola está de Fiesta”).

El amor es otro de los temas que no se pueden evitar en la conversación. Durante el último tiempo, Flavia tuvo relaciones que dieron que hablar. Franco Macri,Feliciano Lopez, Mario Guercio y Gonzalo Heredia son sólo algunos de los nombres que se vincularon con la actriz, sin embargo, hoy admite que está sola y que “si en algún momento se tiene que dar, así será”. Asimismo, confiesa que cree en el compromiso pero que el noviazgo no sirve a menos que las dos personas involucradas tengan un proyecto en común y se jueguen por eso. “Si el hombre está con una mujer se tiene que hacer cargo de la relación. El noviazgo de miles de años me parece ridículo, es como un lugar cómodo porque estás ‘libre’ pero al mismo tiempo no lo estás. Así como apoyamos al casamiento homosexual también deberíamos apoyar al hetero, porque sino es una joda, ya casi nadie se casa”, dice y deja entrever una decepción implícita en su mirada.

La primera relación formal de Flavia fue cuando tenía 20 años, misma edad que hoy tiene su hija, quien ya lleva tres años de novia. Se casó con quien es el padre de sus hijos porque, como dice, encontró alguien que buscaba lo mismo que ella y no se arrepiente de haberlo hecho tan joven. Hizo abuela a su madre a los 45 y aunque muchas veces las historias se repiten, ella no pretende serlo en poco tiempo. “Ya le avisé a Giuliana – bromea -. Igualmente, ella no es como yo. Es más independiente y quiere terminar su carrera (arquitectura). Me dijo que me quede tranquila porque no piensa casarse ni tener hijos tan joven”.

La actriz se pone seria y analiza que recién ahora asume la responsabilidad de la decisión de ser madre que tomó hace veinte años. “Tenés que estar muy maduro para tener un hijo, no es para cualquiera. Yo me doy cuenta de que todavía hoy sigue siendo muy difícil. Cuando va pasando el tiempo se hace más complicada la educación y la crianza. Es un trabajo de toda la vida”.

Suena el teléfono. Me pide disculpas y atiende. Es Gianfranco que está haciendo su práctica de tenis habitual y quiere que su madre lo vea. “¿Pedimos la cuenta?”, me pregunta por cordialidad pero sin necesidad de una respuesta. Se acerca el mozo con un ticket de 53 pesos. “Yo te invito el café”, me dice y saca de su billetera un billete de cien. Esperamos el vuelto mientras me saluda y como la primera vez, me agradece por la entrevista. Como los cánones sociales lo imponen, deja el diez por ciento de propina, se pone unos lentes de sol Ray – Ban de vidrios marrones, cuelga de su hombro una cartera Louis Vuitton y con una sonrisa vuelve a despedirse.

fuente:agridulcerealidad.wordpress.com

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